¿Me debería hacer la pregunta de por qué debo ahorrar?
A raíz de la crítica situación originada por la pandemia, lamentablemente, muchos han visto reducidos sus ingresos.
Sin ingresos, ¿cómo podremos atender nuestras obligaciones de pago?
Seguimos escuchando voces que nos recuerdan que tenemos que ahorrar, pero lo primero que se nos viene a la mente es que hoy no es fácil destinar parte de nuestros ingresos a eso que llamamos ahorrar.
Ahorrar, es la acción de guardar hoy un importe determinado del dinero que recibimos para gastarlo en un futuro cercano o lejano.
Es la diferencia entre ingresos recibidos y los pagos que efectuamos en un espacio de tiempo determinado, por ejemplo, entre los ingresos mensuales y los pagos del mes.
Recomiendan los expertos en la materia, que la cantidad que se debería destinar al ahorro tendría que ser al menos del 10% de los ingresos que obtenemos.
Seguimos pensando que hoy es más difícil destinar este 10% de nuestros ingresos al ahorro; sin embargo, puede que ya sea el momento en el que deberíamos pensar en destinar un porcentaje de nuestros ingresos al ahorro para anticiparnos al mañana.
Las personas más jóvenes, edad entre los 18 y los 30 años, son los que deberían tener menor dificultad para ahorrar, siendo las personas de entre 50 y 65 años los que encuentran mayor dificultad.
Sabemos que ahorrar no es fácil, supone un gran esfuerzo que debe centrarse, con la ayuda de nuestro presupuesto familiar, en conocer nuestros gastos y actuar sobre los gastos superfluos y sobre los gastos variables controlables.
El ahorro debe empezar por controlar los gastos, e intentar obtener ingresos extras a través de los activos que tenemos.
Por ejemplo, con el alquiler por horas de nuestra plaza de aparcamiento, compartiendo vehículo o vendiendo aquello que ya no necesitamos en internet.
¿Por qué deberíamos realizar este esfuerzo?
Se me viene a la cabeza el cuento de la cigarra y la hormiga, la hormiga trabajaba recogiendo alimentos para guardar durante la primavera, mientras la cigarra disfrutaba del día a día sin pensar en el duro y frío invierno que llegaría.
En función de la edad y circunstancias personales las respuestas serán diversas; cada uno de nosotros tenemos unos objetivos diferentes y unas motivaciones personales.
Por ejemplo, podemos plantearnos ahorrar para comprar una bicicleta, un coche, una vivienda, facilitar los estudios a nuestros hijos, adquirir muebles para el piso, llevar a cabo el viaje de nuestra vida, para nuestra vejez o imprevistos que nos puedan surgir.
Son diferentes las motivaciones que tenemos, aunque una gran mayoría ahorra para la jubilación, tener un complemento a la posible pensión pública.
Ha llegado el momento, pensemos hoy en el mañana, en cómo queremos vivir.